miércoles, 20 de noviembre de 2013

Volé y soñé...


Una tarde de verano, mientras dormía soñé que volaba entre el campo, de la casa de mis abuelos, en Granada. El prado, verde con plantas salvajes, con árboles al fondo y con el límite de las montañas. El infinito era el cielo. Era el viento quien me invitaba a seguir soñando, a volar entre las plantas y a nunca querer caminar. Flotaba, claro que lo hacía... Todo lo miraba desde las alturas, donde sólo algunas personas llegan a estar de vez en cuando durante la vida. Disfrute el momento, disfrute el volar, disfrute el flotar y así fue como me desperté. Me levanté y seguí caminando, para llegar a casa y volver a dormir.


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