El rocío aún cubría las plantas del jardín, el sol empezaba
a iluminar la mañana y la neblina se desvanecía. Virginia contemplaba la
vista, su mirada un poco quebrada se reflejaba y sus manos abrían la ventana. Percibió el aroma de aquella mañana y reconocía los primeros rayos del sol. Sintió que alguien jalaba de su vestido. Volteo la vista y vio a su hermosa
Anna. Le sonrió y la alzó junto a ella. Ambas miraban como el sol se anunciaba, imponente y con su mensaje de un día caluroso.
Anna con su sonrisa de siempre le hizo una pregunta a su madre.
Estaba interesada en saber lo que significa la vida, el significado de la vida y de vivir.
No entendía el comentario que había escuchado hace poco, “te falta por vivir” o “pronto lo vivirás”. Virginia,
con gran suavidad le acaricio el cabello, le vio a los ojos y le sonrió.
Respiró profundamente y le respondió: “Mi querida Anna, la vida es hermosa. Está
llena de momentos que te asombran, que
te harán feliz y llenaran tu corazón. Algunas veces caerás, llorarás y te
sentirás triste. La vida trata de un sinfín de emociones, de infinitudes que no
entendemos ni comprendemos. Solo quiero que la conozcas, que encuentres en ti
el significado de vida. Ama todo lo que te rodea, quiérete y se feliz.”
Anna abrazó a su mamá y le dio un beso en la mejilla. Respondió:
“gracias” y salió de la habitación. Virginia contempló por última vez la vista
y cerró la ventana. Todo le recordaba a aquel primer día en Ámsterdam. Sonrío para ella y suspiró.
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