Me reflejé en ti y no he podido alejarte, solamente la muerte lo podría hacer. Muchas gracias por los momentos que me hacen ser humana, reconocer mi origen y adaptarme tanto de día como durante la noche.
Espero que al final, decidas abrazarme. Que me esperes con los brazos abiertos, que me regales una gran sonrisa y que pueda decirte sin pena alguna que no me arrepiento de nada y que te he querido tanto como mi respiración.
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