lunes, 30 de mayo de 2016

Herencia...


Niño:

-       ¡No lloré mijo!... Los hombres no lloran, son fuertes y bien machos. Sí llora ninguna mujer lo va a querer. Vaya a jugar, haga cosas de hombres. Dejé ahí a su hermana, tiene que hacer el almuerzo y ayudar a su mamá.
-       (niño deja de llorar) Está bien.
-       Hágame caso. Así son las cosas en la vida mijo. Uno crece y después es el hombre de la casa, usted algún día lo será.


Adolescente a los 18 años:

-       Bueno mijo… Es hora de que se haga hombre. ¡Vamos con las putas! Le conseguiré una bien rica que lo ayude.
-       ¿Por qué?
-       Así se educa a los hijos para hacerlos bien hombres. No habrá mujer que se le resista mijo, hágame caso. Yo ando con su madre, pero aquí entre nos, salgo con la secretaria y la vecina… ¡No hay mujer que se me resista mijo! Ya le dije, yo sé lo que hago con usted. Será todo un hombre, igual que yo.


Cinco años después:

-       Mijo, qué bueno… ¡Tiene novia! Haga que sienta que usted la quiere, que es la luz de su vida. Sí no sabe que decirle, yo le ayudo mijo. Yo conquisté a su mamá con puras palabras bonitas y siempre me hace caso.
-       María no siempre me hace caso…
-       ¡Ay las mujeres de hoy, mijo! No saben lo que quieren. Usted hágase el fuerte, no vaya a ceder. Haga que sienta la culpa de todo y usted siempre tranquilo. Sea macho, solo así quieren ellas. Si no hay cambio, déjela… Siempre hay más mujeres.


Adulto joven “mete las patas”


-       ¿Qué le pasa mijo?
-       Creo que Flor está embarazada…
-       ¿Su novia?
-       Sí…
-       ¿Hizo lo que le dije mijo?
-       Sí…
-       ¿Flor es buena mujer? ¿Le hace caso? La buena mujer es la que está con usted siempre mijo, no le reclama ni le dice nada cuando uno es el hombre. Mire, si esa mujer no le conviene… Déjela ahí. Yo lo apoyo siempre mijo. Vamos a salir juntos de este lío. Ya no le hable y sí la ve, ni la conoce.


Adulto el día de su boda:

-       Mijo… Llego el gran día, ahora sí ¡todo un hombre! Igualito a mí, ya sabe que siempre cuenta con mi apoyo en todo.
-       Gracias, usted siempre ha estado ahí.
-       No se preocupe mijo, para eso quiso Dios tenerlo en mi vida. Un consejo le doy: No permita que su mujer se le pierda, que le castigue, que lo mantenga mal, para eso usted es bien hombre.
-       Si, ahora ya sé.
-       Ámela mijo, pero no se descuide. Ya le dije, las mujeres no saben qué es lo que quieren. Sí necesita corregirla, grite y sí es de medida, peguele. A las mujeres les gusta por las malas, que se acomode ella y no usted, yo se lo digo por experiencia.


Adulto padre:

-       ¡Felicidades mijo! Ahora será todo un buen padre, igual que yo.
-       Si, la vida me bendice con un hijo.
-       Ahora lo educará igual… Como yo lo hice, será un gran hombre… Un hombre de verdad.




Gentileschi, Artemisa
Susana y los viejos, 1593.



domingo, 29 de mayo de 2016

Deshojar...


Mis palabras se han secado como ríos,
Han intentado reclamar su tiempo, su lucha.
Pero el viento se las ha llevado.
Queda un suelo erosionado, lleno de polvo.

He intentado llegar al horizonte, alcanzarlas.
Pero ya no queda aliento en mí.
Todo lo que existió, murió aquella mañana.
Se cubrió de un rojo color sangre.

Te perdí, me perdí… Nos perdimos.
Ya no era solo una, fueron dos muertes.
Quedé sin voz, callé obligadamente.
Me asusté tanto que mi mente vagó.

Pensé que tus miedos te habían encontrado.
Quise creer que peleaste con dignidad.
Que diste todo de ti al final, pero fue mentira.
No tienes tú la culpa de tu propia frialdad.

Mi amor se deshojó como una rosa,
Poco a poco cada pétalo, sin color, caía.
Llegué a confundir la libertad con la pérdida,
Pero sé que un tronco seco dará nuevas hojas.

Seré como el cambio de otoño a la primavera,
Floreceré, veré el sol cada día otra vez.
Mis lágrimas se convertirán en perlas,
Haré un collar para vencer la oscuridad.

Mientras tanto, habitaré el fondo del mar.
Sanaré cada herida, golpe y dolor.
Bailaré al ritmo de las corrientes,
Dejaré que mi vida se filtre otra vez en mí. 



Las cosas mueren...


Las cosas que mueren en la vida, no resucitan. 
Se marchitan, desaparecen y se ausentan.
Se remonta al silencio, a la voz sin palabra. 
Y así, ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!

Los días negros, los días que fueron,
Los días perdidos e inherentes, no volverán.
Qué triste ha sido, pasar el tiempo sin significado.
Abandonarlo y saber que no se recupera.

Le dije adiós a la alegría, paz y tranquilidad.
Dejé el paso a la soledad, angustia y ansiedad.
Intenté calmar la tormenta con falsedad.
Me convertí en la oscuridad de mi propio ser.

Existieron las sombras, aquellas negras y sombrías.
Me comieron de poco a poco, quede abatida.
¡Fueron las sombras creadas por la maldad!
Las cosas se secan, las cosas idas…

Le dije adiós a la dulzura, con palabras soeces.
Todo un comportamiento muerto y quebrado.
Apagado, brumoso, lleno de nada… vacío.
Vagué por las calles y me enterraba a mí misma.        

Todo termino en desolación, muerte y castigo.
Existió el fin no esperado y quedó en condena.
La desnudez de mi cuerpo expiró perdida.
Callé y resiste… Aun así, toda cambia y todo muere. 



Flores aun sin marchitar 2007.
 Mordahay Malamed Mendoza

viernes, 27 de mayo de 2016

Enfermé...


Te deje sola en el desierto,
Inhalabas parte de mi suelo erosionado.
Polvo suelto, de color café…
Que llegó hasta tus pulmones.

Qué dolor y agonía causé en ti.
Poco a poco tu ser frágil, caía.
Se desprendía por pedazos de tus huesos,
Y aquel olor que solo el viento sabe.

Lamenté lo que hice con tu vida,
Sé que no es la mejor decisión ni elección,
Pero así me lograste conocer.  
Te deseché, porque así me dio la gana.

Enfermé tu ser con malestares agudos,
Canté cuando escuché tus discursos.
Nada ha quedado, solo el vacío que existía.
Camina y nunca voltees la mirada. 




  


Ajeno a mi


No llores, no es el fin del mundo. 
Sé que no me esperas ni deseas. 
He venido invadiendo tu ser, 
Quizás ni sepas que existo. 

Algunas veces te haré llorar, 
Y en otras te haré reír... 
No será fácil el inicio ni el final. 
Pero desde ahora, te quiero. 

Tendrás una experiencia única, 
Que solamente tú podrás vivir. 
Iniciaré el proceso con amor, 
No te preocupes, todo saldrá bien. 

Sí me he de marchar... 
Estare seguro que no me olvidarás. 
Habité en ti como un suspiro, 
Como un deseo negado por ti. 

He de irme cuando sepas de mi, 
Cuando comprendas que fui más que todo, 
Dejaré la puerta abierta, 
Para que me des la bienvenida otra vez. 




Fluir otra vez...


Es difícil creer que merecías el silencio,
Callaste y así hiciste tu propio camino.
Llegaste al límite que no esperabas,
Pero al final, volviste encontrando luz.

Equivocarse es incierto e inseguro.
Te cambia de tu zona de equilibrio.
Pero así, determinas tu paso por la vida.
Sientes, te duele y lloras… pero sanas.

Agradece tus decisiones e inseguridades.
Espero no sean las mismas para tu futuro.
La vida es un azar lúdico y continuo,
No puedes cerrarte a lo eventual.

Fluye con la naturaleza, con tu ambiente.
Dale color a tu vida otra vez,
Cierra todo lo que te cause angustia.
Mírate nuevamente, sin juzgarte.




Nadie sabe lo que será.
Pero es lo que es…. Sin duda alguna.
No corras contra tiempo
Y sé amiga de la paciencia. 


Seguir


Mi niña, le quiero hablar a tu corazón.
Quiero que me cuentes cuánto hay en ti,
Dime ¿cómo mides esos sentimientos?
Que han agobiado a tu ser.

¿Cómo haces para medir el dolor?
¿Cómo haces para reconocer la tristeza?
¿Qué es lo que te convierte en ti?
Deseo saber, para lograr entenderte.

Cuéntame tus pesares y males.
Cuando callas, fatigas tu alma. 
Ahora la calma se acerca a tu vida.
Renace nuevamente el amor.

Debes saber que el pasado,
No se olvida ni se borra.
Aprendemos de él cada mañana.
Siempre, para ser mejores.

Encuentra la serenidad nuevamente,
Agradece está nueva etapa.
Piensa que tienes la oportunidad de dar vida,
Ser una luz en tu propia oscuridad.