Las cosas que mueren en la vida, no resucitan.
Se marchitan, desaparecen y
se ausentan.
Se remonta al silencio, a la
voz sin palabra.
Y así, ¿lo que fue? ¡Jamás
se recupera!
Los días negros, los días
que fueron,
Los días perdidos e inherentes, no volverán.
Qué triste ha sido, pasar el tiempo sin significado.
Abandonarlo y saber que no se recupera.
Le dije adiós a la alegría, paz y tranquilidad.
Dejé el paso a la soledad, angustia y ansiedad.
Intenté calmar la tormenta con falsedad.
Me convertí en la oscuridad de mi propio ser.
Existieron las sombras, aquellas negras y sombrías.
Me comieron de poco a poco, quede abatida.
¡Fueron las sombras creadas por la maldad!
Las cosas se secan, las cosas idas…
Le dije adiós a la dulzura, con palabras soeces.
Todo un comportamiento muerto y quebrado.
Apagado, brumoso, lleno de nada… vacío.
Vagué por las calles y me
enterraba a mí misma.
Todo termino en desolación,
muerte y castigo.
Existió el fin no esperado y
quedó en condena.
La desnudez de mi cuerpo
expiró perdida.
Callé y resiste… Aun así,
toda cambia y todo muere.
Flores aun sin marchitar 2007.
Mordahay Malamed Mendoza
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