Niño:
- ¡No lloré mijo!... Los
hombres no lloran, son fuertes y bien machos. Sí llora ninguna mujer lo va a
querer. Vaya a jugar, haga cosas de hombres. Dejé ahí a su hermana, tiene que
hacer el almuerzo y ayudar a su mamá.
- (niño deja de llorar) Está
bien.
- Hágame caso. Así son las
cosas en la vida mijo. Uno crece y después es el hombre de la casa, usted algún
día lo será.
Adolescente a los 18 años:
- Bueno mijo… Es hora de que
se haga hombre. ¡Vamos con las putas! Le conseguiré una bien rica que lo ayude.
- ¿Por qué?
- Así se educa a los hijos
para hacerlos bien hombres. No habrá mujer que se le resista mijo, hágame caso.
Yo ando con su madre, pero aquí entre nos, salgo con la secretaria y la vecina…
¡No hay mujer que se me resista mijo! Ya le dije, yo sé lo que hago con usted.
Será todo un hombre, igual que yo.
Cinco años después:
- Mijo, qué bueno… ¡Tiene
novia! Haga que sienta que usted la quiere, que es la luz de su vida. Sí no
sabe que decirle, yo le ayudo mijo. Yo conquisté a su mamá con puras palabras
bonitas y siempre me hace caso.
- María no siempre me hace
caso…
- ¡Ay las mujeres de hoy,
mijo! No saben lo que quieren. Usted hágase el fuerte, no vaya a ceder. Haga
que sienta la culpa de todo y usted siempre tranquilo. Sea macho, solo así
quieren ellas. Si no hay cambio, déjela… Siempre hay más mujeres.
Adulto joven “mete las patas”
- ¿Qué le pasa mijo?
- Creo que Flor está
embarazada…
- ¿Su novia?
- Sí…
- ¿Hizo lo que le dije mijo?
- Sí…
- ¿Flor es buena mujer? ¿Le
hace caso? La buena mujer es la que está con usted siempre mijo, no le reclama
ni le dice nada cuando uno es el hombre. Mire, si esa mujer no le conviene… Déjela
ahí. Yo lo apoyo siempre mijo. Vamos a salir juntos de este lío. Ya no le hable
y sí la ve, ni la conoce.
Adulto el día de su boda:
- Mijo… Llego el gran día,
ahora sí ¡todo un hombre! Igualito a mí, ya sabe que siempre cuenta con mi
apoyo en todo.
- Gracias, usted siempre ha
estado ahí.
- No se preocupe mijo, para
eso quiso Dios tenerlo en mi vida. Un consejo le doy: No permita que su mujer
se le pierda, que le castigue, que lo mantenga mal, para eso usted es bien
hombre.
- Si, ahora ya sé.
- Ámela mijo, pero no se
descuide. Ya le dije, las mujeres no saben qué es lo que quieren. Sí necesita corregirla,
grite y sí es de medida, peguele. A las mujeres les gusta por las malas, que se
acomode ella y no usted, yo se lo digo por experiencia.
Adulto padre:
- ¡Felicidades mijo! Ahora
será todo un buen padre, igual que yo.
- Si, la vida me bendice con
un hijo.
- Ahora lo educará igual… Como
yo lo hice, será un gran hombre… Un hombre de verdad.
Gentileschi, Artemisa
Susana y los viejos, 1593.