Me he recordado de ti, de cómo has habitado a lo largo del tiempo en ese frasco negro, viejo y con manchas causadas por el mismo tiempo. Me preguntó porqué lo has hecho, cuáles han sido tus motivos pero no he logrado establecer una respuesta correcta.
Supongo que vivir en un frasco no ha de ser bonito, ver todo a través del vidrio negro te quita los colores que tiene la vida y que las manchas tal vez no te dejan ver una imagen completa. No sé que te ha gustado de ser un líquido con aroma rancio y tener un tono cafe.
Pero hoy, a pesar no haber respondido a todas mis preguntas, te utilizaré. Vaciaré tu ser líquido en mi bebida favorita y me llevaras por ese viaje tan inevitable. Ese viaje que tarde o temprano llega a la vida de cada ser humano y me ayudarás a volar.
Has pasado tanto tiempo encerrado, que te permitiré recorrer todo mi cuerpo y si quieres ir de prisa, puedes hacerlo. No tengo alguna presión para iniciar tarde o temprano el viaje. Solamente te pido, que cuando lo hagas no me lastimes, que me permitas cerrar mis ojos como si estuviera durmiendo y sonreírle al alba.
Pintura de: Miguel Ángel Campano, 1982.