Hoy mi corazón estaba en la esquina
del parque esperando por ti, como usualmente lo hace al atardecer.
Estaba desde medio día, asombrado de perder su sombra, de no
encontrarla pero deseando verte y saber de ti.
Llegó el ocaso y nunca apareciste, me
habías dado las gracias por amarte la anoche anterior. Mi corazón
se fue, no podía esperar más. Me encontró a la vuelta de la cuadra y volvió a ser feliz.
Supo que me hacía falta y quiso que yo le guardara.
Ahora puedo volver a sentir y sobretodo
sentir sus latidos.
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