Te encontré en la sexta estación. Esperabas por el tren y por la esperanza.
Entre lágrimas me habías contado tu desdicha, te sentías traicionado y tratabas de perdonar.
No había palabra alguna, para mi, que te hiciera sentir mejor.
No sabía cómo asegurarte la esperanza.
Junté mi manos y con ambas tomé tus manos, te invité y bailamos.
Durante el baile, logré ver tu mirada húmeda y te besé los labios.
Llegó el tren y nos despedimos con una sonrisa.
Había intentado encontrarte con el amor.
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