domingo, 15 de septiembre de 2013

Te salvaré...

Lo que puede hacer para que te recuperes es intentar hablar con tu sangre y cantarle canciones de cuna para que duerma y así logres descansar un rato. Tal vez termine siendo un acto suicida pero no importa, algunas veces los héroes mueren sin razón alguna y son considerados como mártires. Imagínate tú siendo una mártir, siendo una persona que no logró superar los peores problemas de la sociedad y por eso mueres, casi una anomia.

Si llegaras a descansar tanto y no despertarás después, yo te recordaría con dulzura, con amor y con ternura. Recordaría también los momentos que pasamos juntos. Los momentos en donde tu cuerpo le sonreía a la vida y yo bailaba junto a ti. Es una lástima que algunas enfermedades se coman hasta tu alma, si es que los dos tenemos un alma. Es un problema también que la enfermedad nos haga querer la vida y valorar más aquellos momentos pequeños, los momentos que llenan el corazón.

Te recuerdas aquella vez que estaba en tu departamento y miramos los fuegos artificiales por la ventana. Yo te miraba reflejada en el vidrio, tenías aquella sonrisa que me alegraba y que me invitaba a besarte. Estabas llena de salud, de vida, de lozanía. Qué es lo que le puede pasar a uno para enfermar tanto y perder todo lo bueno que te deja vivir.

Ahora te miro así, débil, pálida sin ninguna posibilidad extra de vivir más tiempo. Por eso te digo que me dejes hablarle a tu sangre, quiero cantarle las canciones de cuna que mi madre me cantaba cada noche antes de dormir cuando era un niño. Eso me hacía sentir querido y tranquilo. Olvidaba todo lo malo que podía haber en una noche, los monstruos que están debajo de tu cama o en el ropero, los espíritus que pueden salir de tus zapatos de colegio o las voces que llegas a escuchar cerca de tu oído. Las canciones me tranquilizaban, algunas veces las tarareaba y luego me las aprendía.

En el colegio las cantaba durante el recreo y muchas maestras creían que iba a ser un cantante famoso. Nada que ver con lo que soy ahora y con mi profesión. Enamore a muchas mujeres así también, las invitaba a comer, al cine, a bailar o a beber. Luego íbamos a mi departamento o al de ellas, tomábamos una botella de vino y les cantaba. Sabía que canción cantar para cada mujer, todo dependía de lo que me contaran antes de bebernos la botella. El alcohol siempre ha tenido cierto efecto positivo en mi voz y en la letra de mis canciones. Así fue como te empecé a enamorar a ti, mi querido amor.

Me causa un gran dolor verte así de enferma, conectada a tantos aparatos que no estoy seguro de la causa de tu vida, es porque el médico lo decide así o porque tu vida no termina en este momento. Por eso te pregunto sí quieres que le hable a tu sangre, que la trate de calmar y que me cuente que le hace a tu cuerpo. Cuál es su proceso ahora, si trabaja como siempre lo ha hecho o sí se retrasa ahora que se siente enferma igual que tu. Me permites..., tomaré tu gesto como un si.


Te pincharé con esta aguja para secarte un poco de tu sangre, así la invito a un café mientras charlamos. No voy a fumar mientras tomo el café para no contaminarle, te aseguro que no nos tardaremos mucho. Sólo quiero saber de tu sangre y quizá, si la convenza logre que descanses y ya no sientas más dolor. La volvería a introducir dentro de ti con la misma aguja y así cuando este dentro de cuerpo, descanses y yo ya no sienta el dolor que me causa verte así, sin vida.   




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