Si supieras lo hermoso, lo bello que es
el mundo, lo grandioso que es vivir cada momento de la vida con la
mirada humedecida por lo magnifico que es, sentirías lo mismo que yo
siento. Ver hacia el sol, encontrarle formas a las nubes que parecen
de algodón, es una actividad tan bonita que puede aliviarte por
algún momento. Siento tanto en mi corazón que es por ello que
sonrío, que me alegro por la vida, que disfruto lo que tengo y que
me llena cada día cuando sale el sol. No pensaría en algo más
asombroso que sentirse así y estar bien con una misma. El silencio
mismo es testigo de ello, de los amaneceres cubierto por las
estrellas que bailan junto al tiempo que se las lleva para un día
más en la Tierra, de la luna que se despide sin gesto alguno y de la
oscuridad que saluda cariñosamente a la luz.
Quizás entenderías también que soñar
no cuesta nada, solo te quita el tiempo que te sobra que a veces
pierdes sin sentido pero que lo recuperas con el respiro. No hay amor
como esta gloria en la tierra, como saber que el esfuerzo tiene su
recompensa, como saber que la vida gira por si misma y que aún así
nos regala muchas noches. No hay que buscar mucho, no hay que
encontrar nada más que la felicidad misma, envuelta en el papel
regalado por la sencillez, en el presente que da la ternura y la
serenidad de quien lo quiere regalar. Simplemente el dejar que la
libertad te cubra y guíe tu camino es disfrutar la vida. No
cambiaría nada, no quisiera otro libro para escribir pues todo ha
sido así, con locura o sin locura, he querido cada vez más mi vida.
Mi aliento, mi ánimo, mi respiro en mi mismo cuerpo, mi propio ser.
La magia, lo místico lo encuentro con lo bello que es el amor y que
se manifiesta de manera material, un momento, una caricia, un beso,
un abrazo, un querer y un te quiero.
Te contaría muchas historias que te
harían feliz, que llenarían tu cabeza de mucha imaginación, de
anécdotas casi irreales pero verdaderas. De aquellas historias que
sólo en el cine ocurren o que se leen en los libros, las que te
inflan el corazón con solo saberlas, que te hacen llorar de
felicidad. Lo único que tienes que hacer es sentirte libre,
sentirte querido, sentirte así como me siento ahora. Deja que la
música invada tu ser, que el canto de los pájaros sean la melodía
más deliciosa para tus oídos, que el olor de las rosas blancas el
aroma de tu día y que la luna sea tu mejor compañía en la noche.
Ama y déjate amar, quiérete y déjate querer, sonríe y date cuenta de
quienes te sonríen, simplemente permítete ser quien eres. Sólo así
nos encontraríamos en el mismo camino, el que nos llevaría al
horizonte, a encontrarnos entre el mar y el cielo. Cuídate, no tengas
miedo y nos vemos allá... Cruzaremos el arco iris con los zapatos
de Matusalem, comeríamos las fresas de los árboles y caminaríamos
entre las hojas secas que caen.
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