Hoy pensando en ti, recuerdo tu piel un poco quemada por el sol, tus manos, tu aroma y como me gustaba pasar mis manos entre tu cabello. Ahora todos esos recuerdos me sirven para escribir, para recordar con ternura lo que sentí por ti y para colocar una rosa sobre tu tumba.
Es difícil pensar cómo la vida se va, algunas veces solo dura lo que dura un suspiro y así nos convertimos en fantasmas para algunos y para otros en colibrís.
He venido a visitarte, espero que tu vida haya sido grandiosa y que hayas cosechado lo que habías sembrado con tanto esfuerzo y dedicación.
En mi caso, solamente me queda despedirte. No con un acto de olvido sino con un gracias. Disfruté y gocé los días junto a ti, me sentí cubierta por tu corazón y me agradaba cantarle a tu amor.
Sí te has convertido en energía, quiero que ilumines los corazones parecidos a ti. Sí me los quieres presentar, saludaré con un hola y una sonrisa. Fue el regalo que me dejaste y que apreciaré toda la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario